Especial: (Salsa)
El arte del sonido muestra una vez más que, la voz es el instrumento musical por
excelencia y su ejecución disciplinada, bien utilizada, llega profundamente al
consiente colectivo del hombre a través el hecho estético y comunicacional. El
ejemplo de esto, justamente lo muestra, Celia Cruz y su instrumento vocal
integrado al discurso latino del arte de la música.
Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de
Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924 y fallece en Fort Lee,
Estados Unidos, el 16 de julio del 2003.
Cantó en las orquestas: Gloria Matancera y Sonora Caracas y formó parte del
espectáculo Las mulatas de fuego,
que recorrió Venezuela y México. En 1950 ya había
intervenido en varias emisoras cuando pasó a integrar el elenco del cabaret
Tropicana, donde la descubrió el director de la Sonora Matancera, el
guitarrista Rogelio Martínez, y la contrató para reemplazar a Mirta Silva, la
solista oficial de la orquesta.
En
los años cincuenta Celia Cruz y la Sonora Matancera brillaron en la Cuba
de Pío Leyva, Tito Gómez y Barbarito Díez; del mago musical Benny Moré, del dúo Los Compadres, con
Compay Primo (Lorenzo Hierrezuelo) y Compay Segundo. Celia aporta al universo
musical su Cao Cao Maní Picao que
se convirtió en un éxito, y otro posterior, Burundanga. Tema musical que la llevó a Nueva York en abril de
1957 para recoger su primer disco de oro. Celia Cruz se había ganado ya varios
de los apodos y títulos con que quisieron distinguirla: La Reina Rumba, la
Guarachera de Oriente y, desde las primeras giras -por México, Argentina,
Venezuela, Colombia, la Guarachera de Cuba. El 15 de julio de 1960 la banda en
pleno consiguió el permiso para presentarse en México y, una vez allí, en parte
impulsada por el agravamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, decidió
no regresar. Después de un año de aplausos en la capital azteca, Celia Cruz se
mudaba a Estados Unidos y sellaba su primer compromiso para actuar en el
Palladium. El 14 de julio de 1962, Celia Cruz se casó con el primer trompetista
de la Matancera, Pedro Knight, quien a partir de 1965, en que ambos dejaron la
Sonora, se convirtió en su representante. Celia Cruz inició su trayectoria como
solista junto al maestro Tito Puente, con el que grabó ocho álbumes. Los jóvenes hispanos de Nueva York la
descubrieron en 1973 en el Carnegie Hall, cuando integraba el elenco de la
«salsópera» Hommy, de Larry
Harlow.
Posteriormente, participó en un legendario concierto
grabado en vivo en el Yanquee Stadium con The Fania All-Stars, ensamble
integrado por líderes de grupos latinos que grababan para el sello Fania. Ya
era famosa en 1974, cuando grabó el disco Celia & Johnny con el flautista dominicano Johnny
Pacheco, considerado el primer clásico del género. Desde entonces, el éxito fue
una constante en centenares de
conciertos coreados por un público entregado al grito de su Bemba colorá.
« ¡Azúcar!»
un potente grito de guerra, la contraseña de apertura y cierre de sus conciertos
y la clave para hacerse entender en todo el mundo.
Celia Cruz siempre estuvo abierta a nuevas
experiencias que la llevaron a abordar otros ritmos. La Cruz se erigió en la
imagen distintiva de la salsa con orquestas como: las de Tito Puente, Willie
Colón, Ray Barretto o Johnny Pacheco, y así llegó a cantar incluso rock o
tango. A demás de improvisar duetos con sus amigas Lola Flores, Gloria Estefan,
Dionne Warwick, Gloria Gaynor y Patty
Labelle.
Prensa: Sonovisión-Fundaintegram
Twitter:@capsulasonora/@difusionlatina
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